jueves, 22 de enero de 2015

Pestilencia- Parte 1


"Ratas, las ratas nos devorarán". El grito de Ashur interrumpió una agradable cabalgata desde la cripta a Segunda Oportunidad. El sacerdote parecía fuera de sí, asegurando que Naxximandrias le había mandado un visión del futuro cercano. Kender e Imrahil se miraron de soslayo y decidieron ignorar al loco sacerdote. A fin de cuentas, fue su extraña magia y oraciones la que los salvó den la cripta de los no-muertos.

Antes de alcanzar la ciudad, un grupo de jinetes les abordó. Eran soldados de la milicia local que reclamaban su presencia ante el gobernador local y el señor de los caballeros de Aldien. No parecía buena idea rechazar la sutil invitación.

En el viejo torreón que hacía de baluarte defensivo se encontraron ante el gobernador local, Lofgrem. Un hombre fornido, casi rechoncho con la cara llena de cicatriz y una mirada despectiva. Aún así sus fuertes manos indicaban que en tiempos había portado armas. A su lado se encontraba otro hombre porte más noble, con aspecto más cuidado y mirada de inteligencia. Se presentó como Ricker, lugar teniente de Lord Walhem, el señor de lo soldados que habían llegado a Segunda Oportunidad.

Rápidamente les pusieron en situación. Al parecer tras su pelea una semana anterior, las cosas habían ido de mal en peor. Las hostilidades entre los caballeros y la población "aventurera" de Segunda Oportunidad habían estallado e incluso se registraron los primeros asesinatos, tanto fruto de las peleas como de otros asuntos turbios. Algo raro estaba pasando y Ricker habló de un intento de asesinato a su señor, algo que Logfrem achacó a los Straki.

Ante esa situación, y en parte por ser los instigadores de todas aquellas peleas, ambos pidieron al grupo que averiguasen quién estaba detrás del intento de asesinato. Todos habían estado fuera durante una semana por lo que no eran sospechosos de nada y se habían ganado la confianza del pueblo tras derrotar al ogro. A cambio les ofrecieron acceso libre a la armería y caballería de la expedición.

Aunque la recompensa era magra, el grupo acepto el encargo, sabedores de que no les quedaba otra. Y así se dirigieron a la ciudad.

Antes de dejarse ver por muchos sitios decidieron ir a consultar a Ipsolium, su contacto local y la persona de más confianza en el pueblo. Pero las cosas empezaron a torcerse. Custodiando la puerta de Ipsolium se encontraba Globag, el semiorco guardaespaldas de Zarzuk Straki. Aunque Goblag se mostró amistoso, también se negó a dejarles pasar. 

En un abrir y cerrar de ojos Imrahil se hizo gigante y trató de intimidar al semiorco, pero lo único que consiguió fue enfurecerlo y enzarzarse en un combate. La situación se escapó a todo control y finalmente tanto Ashur como Grisnakh tuvieron que someter y matar al semiorco, escondiendo su cadaver.

Cuando se enteró de la trifulca, Ipsolium entró en colera por lo ocurrido, No podía creer tanta estupidez, sobre todo cuando la ciudad se estaba cociendo en el jugo de la ira. Si estaba dispuesto a ayudarles no mostró ninguna disposición y les remitió al gremio de pescadores, la gente que en realidad estaba siendo asesinada. También se mostró muy temeroso frente a los Straki. 

Confundidos por su extraño inicio de investigación, se dirigieron a la taberna donde tenía su sede el gremio de pescadores y los encontraron en estado de alerta máximoa. Su jefe, Garthdale, les contó que los Straki llevaban tiempo tratando de quitárelos de en medio para controlar toda la ciudad y que este conflicto había sido la excusa perfecta para empezar a asesinarlos. Ellos podían defenderse, pero no tenían poder para atacar a los Straki y no confiaban en la ayuda del gobernador o de los caballeros. La situación estaba bloqueada, aunque finalmente Garthdale les confesó que creía que los Straki habían traído algún tipo de asesino a la ciudad para matarles a ellos y para algo más. Quizás estuviese ahí el origen del atentado contra el noble.

¿Qué podían hacer? La única opción pausible eran entra en casa de los Straki pero el propio Ipsolium les había dicho que el mismo había preparado un sistema de alarmas mágico. El mago parecía enojado con ellos, los pescadores a la defensiva y los Straki pronto sabrían que habían despachado a uno de sus secuaces.


Mientras debatían, Kender observó una sombra que se movía en la oscuridad. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre ella. La figura, encapuchada y vestida pobremente, saltó ágilmente sobre una pared y con una voltereta alcanzó un tejado. El medioelfo no lo dudó y aprovechando el impulso de su carrera se apoyó en la misma pared y en dos prodigiosos saltos alcanzó el tejado para sorpresa de su rival.

Espada en mano, persiguió por los tejados a toda velocidad al encapuchado, que se dirigía hacia el mar. Era rápido y se movía con convicción pero no era rival para la agilidad de Kender que en una maniobra arriesgada saltó desde una cornisa para interceptarle en el aire. Ambos chocaron, el semielfo lo agarró con fuerza y atravesaron el tejado de paja y barro de un almacén. Con la rapidez de un rayo Kender lo arrojó contra el suelo y se agarró a una viga, viendo como un montón de tejas y madera sepultaba a su rival.

"Espero no haberte matado del todo" murmuró el semielfo aterrizando en el suelo, justo en el momento en el que de la montaña de escombros emergía un rata del tamaño de un hombre, con grandes garras y mirada malvada. Kender acometió con su espada y la hundió en el estómago, una estocada que hubiese matado prácticamente a cualquiera, pero el hombre-rata se sacó la espada y le miró despectivamente.

Ashur y Grisnakh echaron la puerta abajo y se unieron a la refriega. El hombre-rata trató de escabullirse pero el semiorco lo atrapó con todas sus fuerzas y lo inmovilizó inmisericordemente, mientras Ashur lo dejaba fuera de combate. El licántropo volvió a su forma humana, un don nadie de pelo negro y la cara llena de furúnculos.

Tras atarle y asegurse de que estuviese controlado, decidieron despertarle e interrogarle. Tal y como suponían no tenía sólo forma de rata, sino alma de alimaña y no tardó mucho ante las amenazas en contar la historia: se llamaba Brak los Straki le habían traído a Segunda Oportunidad para acabar con Lord Walhem por encargo de alguien del otro lado del río. Como pago dejarían que él y su familia se quedasen en la ciudad y serían la fuerza de choque para acabar con todos los problemas que surgiesen, como los pescadores. La criatura juró y perjuró que no sabía más, incluso confesó donde estaban sus hermanos: en un embarcadero antiguo en el extremo de Segunda Oportunidad.

Una vez obtenida la confesión, decidieron llevarlo ante Ricker para que decidiese que hacer con él y con los Straki. Pero mientras recorrían las calles de Segunda Oportunidad varios pares de ojos rojos les empezaron a observar en la oscuridad.

Brak esbozó una sonrisa: "Mi familia ya está aquí".

Una voz chillona susurró desde las sombras: "Mata-mata"





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