La taberna apestaba cerveza y ron. Los hombres sudorosos se
agolpaban en las mesas mientras escuchaban el viento y la lluvia repiquetear
fuera.
“¡Cuenta una historia viejo!” – rugió alguien de la multitud
dirigiéndose a un marinero ajado y echo polvo. Una jarra y un vaso de inmundo
ron volaron hasta su mesa.
“¿Cuál queréis perros?”
“La del combate en
Puerto Ahorcado”. Los murmullos de aprobación secundaron la idea.